miércoles

Piscijarto

La semana pasada llegó a la facultad la gran invitación: “día recreativo en Piscilago; ven a divertirte… ¡veeeeeeee! Piscilago; eso ¿qué será?…Me acerqué a la ventanilla más cercana y averigüé con la secretaria encargada, malhumorada y con la actitud de "estoy mamada de este puesto", los costos de aquella invitación, $ 23.000 mil pesos por persona, me contestó y me pasó en forma displicente un formato para llenar, ¡pos qué caramba! vamos a ver qué es el tal Piscilago, igual ese viernes no iba a ser nada extraño y de eso a quedarme en la casa rascándome la barriga…
¡Uy sí! divertido ese viernes, levantado a las 4:30 de la madrugada en posición “cuidándo chocolate”, no me bañé porque el folleto prometía piscina, supuestamente el bus salía a las 6:00 am, rumbo a nuestra “fantástica aventura”, empaco rápidamente y salgo a las 5:40, ¡coño! 20 minutos para llegar qué carajo cojamos taxi, de nuevo gastando platica a sabiendas que para el pueblo colombiano las 6:00 am son las 6:30 am o más, subo al bus cargado de gente somnolienta y me acomodo en una silla pegajosa similar a un velcro, partimos vía auto-sur, pasando por Bosa pensé que el tal zoológico del folleto era ese por la mano de ñangas que se veían por transitar por la ventana.
Llegamos a eso de las 8 pasadas al tal Pichilago, lo más selecto del estrato 3 y 4 de la Universidad desfilaba en cortos y posaban en cuanta fuente de agua con monacho había, fila para reclamar el brazalete, fila para la entrada, fila para el baño y la primera superatracción un camión mutilado en la carrocería que jalaba unos vagones, denominado “piscitrasmilenio” y pues sí, tiene las mismas cualidades de aquel sistema máximo de transporte, las personas cual dignas gimnastas chinas hacen volteretas y apoyadas en la agresividad del que cada año va a piscina aparta, guarda y no deja sentar a nadie en los puestos, en estos casos lo mejor es dejar que los más ñeros se vayan primero, ni que no pudiera caminar; las atracciones... un trencito, unas aves enjauladas, un león flaco y entecado, encerrado en casi 2 metros cuadrados, unas cuantas piscinas, dos o tres toboganes una “pisciloca” un lago sucio y pare de contar. Después del almuerzo hice mi contribución a la contaminación visual proporcionada por los cuerpo de la delegación rola portando mi chingue de baño, hice fila en el "megatobogan” casi una hora, para ver como faltando dos personas un tipo se colo y se lanzo como si nada, reclamos al funcionario pichiloco que responde encojiendo los hombros y con una sonrisa estúpida, ¡Mi Colombia!, Que chimba, me arrojo por la insulsa atracción, que dura menos de 2 minutos, una hora por 2 minutos, luego un chapusiadita y a las 5 me cambio y voy a tomar el bus de regreso donde sigo esperando que llegue el resto, 6:20 p.m partimos para la capital y en Silvania un trancón infernal de 2 horas por la construccion de la doble calzada, retraza nuestra llegada, el sudor y el bouquet de todos hacia una fantasia la espera en aquel bus.

Al Distrito Capital llegamos a las 10:00 p.m, con frio, hambre, cansancio y con el sentimiento de que el día de alegría y diversión, prometido sólo fue estrés y tolerancia con el prójimo y eso que dicen que en temporada alta es peor, nada que envidiarle a las piscinas japonesas, que parque Typhoon Lagoon que Aqualandia, si en nuestro país la caja de caja de compensación chibchusidio le ofrece esta locura de alegría y diversión donde se puede compartir lo más bajo de la “indiosicracia” Colombina

Existe la leyenda Girardoteña que fin de semana con puente las piscinas son una caldo de pús..

martes

"De Cómo Nos Quedamos Calvos de la Risa en una Tarde del Festival de Verano"

Por : Escobar. Y
Cuando el narrador oral John Yara me invitó a apreciar su presentación el domingo 3 de agosto en el parque El Lago o de Los Novios dentro del marco del 12º Festival de Verano de Bogotá, nunca pensé que las cualidades de este talentoso narrador me fuesen a arrancar los cabellos de la risa. El evento empezó a las 4:00 p.m. con la asistencia de un público numeroso gracias a la promoción hecha por la alcaldía y a las excelentes condiciones del clima. El festival de cuenteros fue abierto por Jorge Torres "El diablo" quien con su peculiar manera de relatar sus aventuras al lado de su abuelo, como cazador de brujas y domador de serpientes, arrancó más de una carcajada a los asistentes, dejando además una invitación a volver a la fantasía y a la unión familiar. Tras su alocución, subió al escenario John Yara, de la Universidad Pedagógica Nacional, con su narración "De cómo el diablo se quedó calvo".

Desde el mismo instante en que subió a la tarima, Yara se ganó la simpatía del público y le robó las primeras risotadas. Sin embargo, éstas fueron insignificantes, comparadas con el derroche de carcajadas que fueron imparables durante los sesenta minutos que duró su presentación. Yara no sólo cumple con las particularidades de un narrador, sino de un buen narrador, como lo define Calame-Griaule "el buen narrador, el que merece ser llamado «boca dulce como la sal» es aquel que cuenta sin equivocarse una sola vez, yendo hasta el final con un hablar de lo más claro." (Calame-Griaule, 1982: 497). Y es que el relato de Yara se caracteriza por ser fluido, claro y natural; aunque está provisto de versatilidad, siempre deja invisiblemente fijado el rastro del hilo narrativo para que el auditorio lo siga perplejo de principio a fin sin perder de vista el sentido de la historia.

Por otra parte, como buen narrador, Yara acompaña su relato de su sin par habilidad histriónica que incluye desde el movimiento de los ojos, las manos, el cabello, el rostro, el deslizamiento y las poses del cuerpo, hasta lo mejor: los cambios en el tono, ritmo y forma de la voz. Este talento de Yara nos recuerda lo que decía el folclorista siciliano Giuseppé Pitré en el siglo XIX al comentar los cuentos de Agatuzza Messia "quién la lee, no encuentra su frescura, la palabra desnuda; pero la narración de Messia más que en la palabra consiste en el movimiento agitadamente de los ojos, en la sacudida de los brazos, en las actitudes de la persona completamente, quien se alza dando vueltas en el salón, arcos, subidas, haciendo que la voz rece plana, excitada, terrorífica, dulce, chillona. Sin la voz del personaje, el acto queda incompleto." (Pitrè, 1985: XIX). De igual manera, la voz y los movimientos de Yara en el escenario embelesan al público y lo hacen preso de tal frenesí, que es imposible no reír a mandíbula batiente y dejarse arrastrar por la ironía y el fino humor del relato de este narrador.
Yara embrujó a los asistentes, nos sacó lágrimas, nos hizo doler el estómago, patalear en el pasto y sollozar de la risa. El público lo aclamó con fervor varias veces antes de terminar el relato, como se ovaciona siempre al gran artista, y lo abarcó al terminar la función; seguramente satisfechos de haber disfrutado de una gran tarde gracias a su talento.

Por mi parte, espero volver a contar con la dicha de verlo en escena (eso sí, procuraré no beber demasiado líquido antes de apreciar su actuación) para disfrutar de la gracia y genialidad de este artista que ojalá consiga proyectarse a esferas internacionales, donde podría dejar muy en alto el nombre de nuestro país y del arte de la narración oral.